sábado, 5 de abril de 2008

La perla


Te tatuaron con orgullo;
el mar elucubró la teoría del revólver
y a este mismo paso lento
un vagabundo se desengra en una callejón.
No hay pormenores en una vida trazada en equis
aunque la perla me dice que se siente a gusto
con el patrón colgado de las orejas
y cantando el nombre del poeta de turno;
no hay poeta en realidad le digo
sólo un triste analista de sistemas
que traza en la web una página de lectores
desanimados, faltos de espíritu
¡estás loco!
No, le contesto
sólo prefiero encauzarme en un oasis
y abandonda la cáfila
para espantar las vibras de los arcos que me tensan.
Tase usted entonces, señor lector,
la mejor cantidad de kilos y grasa en una feria persa.
Verá cómo obtendra su automóvil
a la velocidad del sonido.
(Si hasta el mejor postor tiene precio)
y hasta la mejor perla se vende al mejor precio.

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