domingo, 30 de marzo de 2008

del caos en las cosas

1

Estruendo sordo, de tímpanos audaces
Como el cristal , como el metal, Golpeado y quebrado, creado y recreado.
De donde salen detonadas esquirlas mortales
Con su estruendo tanático,
Violento, destructivo.

Ahuyenta su propia integridad, tal como integra sus nuevos estados maltrechos, violentados.
Es entonces cuando su furia se despilfarra.
Cuando el hombre de sangre se convierte en piedra, y entonces malversa su creación.
Que a cuestas hace de si un tormento, una catástrofe.
Una fuerza natural.

Es ahí donde se dibuja el infierno
En el accidente, pero también en el tormento puro
De la única deida
El caos.

2

Mis consuelos por estos días, largos y pesados
Del fin de verano,
Son los conchos, los miles de sorbos de
Cerveza.
Asimismo una mujer que amo pero
La dejaría, en mano de otros consuelos,
De otros tragos.
Es el fin de verano y mis consuelos
Por estos días son los amigos.
Inquilinos de la voluntad de mi soberbia, allegados
Todos por la soledad de la juventud enferma, en
Metástasis, en la UTI, en la última.
Amigos que amo, pero que también
Los dejaría. En los pies de otras calles, o en sus pies o en cuatro, en
La dialéctica maricona del dolor y el horizonte.
Mis consuelos por estos días pesados
De otoño lento, son mi ciudad;
Santiago y toda su mierda, y su poca bondad.
Aquel mundillo de flacos perdedores y de musculosos también
Perdedores.
Ciudad de perros, de raros quiltros finos con hambre,
No feroces, asesinados por mi mirar la luna. Otro
De mis consuelos.
Todo queda en el orden del consuelo,
La victoria moral, el perdón con olvido, el tan lejos
Tan cerca. El dolor mismo es aquel, el “estar” con/suelo,
No moverse. No. Flotar. No.
Sumergirse. No.
Por estos días de calor y frío
Mis consuelos son pocos, ¡por suerte!
Ya que no hay consuelo para el existencialismo de siglo 21,
No tengo trabajo y no lo busco.

1 comentario:

Pablo Rumel Espinoza dijo...

Me dan ganas de disparar una metralla de colores, cada uno con una derrota brillante.

El mundo de los lisiados, habría que irse a vivir una temporada en esos fértiles campos... mirar... y aprender.

Saludos!