sábado, 29 de marzo de 2008

Dos hermanos del mundo flotante


La cuerda del cometa
no se ve en el cielo,
se ve en la mano.

Yamaguchi Seishi (1901-1994)

Cuando los niños lloraban y los ancianos se molestaban por la falta de tacto, columpiándose y haciendo cabriolas, los hermanos Rumel rodaron, serpenteando como cometas para iluminar con hechizos y bolas de nube. Los algodones se reían a carcajadas, y los señores suspensores rebotaban como yoyós chinos. Los ancianos aplaudían a rabiar y sus bastones volaban a la manera de las serpientes volátiles. Los niños giraban sus cabezas y los ojos les saltaban como platos; de esta forma enseñaban la simpleza de las llamas y los volantines.
Los hermanos Rumel -cantando a grito pelado- desaparecieron por entre los resbalines y las arañas mecanizadas. Nadie lo advirtió, porque al otro día ya estaban de regreso. Y con más energía que antes.
(Continuará...)

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