Es que no me tienen paciencia,
le dijo el chavo al diablo,
y el diablo se serenó,
lo perdonó.
Porque hasta el diablo sabe
que es de sabios aprender
a detenerse.
Una vez iba en auto
a todo dar por la carretera
y me dio un súbito pánico
al ver que una niña se atravesaba
por la carretera, de noche.
Como un impulso natural, paré en seco,
lo más rápido que pude
y como alcancé a pararme, la niña
seguía intacta, y yo tuve la posibilidad
de verla viva,
quizás la niña más hermosa
que yo haya visto
en mi apurada vida.
domingo, 9 de marzo de 2008
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1 comentario:
Las manos brillaron en el manubrio.
Sus ojos el triple.-
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